Ensayo sobre amor. Parte II. Amores imposibles
Nos enseñaron a luchar por lo que
queremos, nos enseñaron a no rendirnos, nos enseñaron avanzar, nos enseñaron
que, si no sabemos qué hacer, debemos dejarnos llevar y que la vida hará el
resto poniendo cada quien, en su lugar, y si, talvez nadie estará listo para
cuando esto suceda.
Pero ojalá el amor fuera así de
comprensible, de moldeable.
¿Por qué?
Es lo que nos preguntamos cuando
este no puede ser. Cuando siembras la semilla de una nueva flor en tu jardín y
sonríes cuando esta nace con el mismo amor que la sembraste y cuidaste, pero
luego te dicen que debes arrancarla porque si no destrozara el jardín. Como
calmar los latidos de tu corazón cuando ves a la persona a la cual no puedes
abrazar, como calmar los pensamientos de dudas e inseguridades cuando le hablas
para que el momento no sea incomodo, como decirle; - te quiero, aunque la
cambien de galaxia y a ti te dejen sujeto a la tierra, como decirle; - te
quiero, aunque ella sea el intenso sol que lo marchita todo, como decirle te
quiero, aunque cada una de sus acciones te destroce por dentro. Así es el amor
cuando por alguna razón, la rebeldía de la naturaleza siembra la flor
equivocada y luego te hace arrancarla.
Como arrancar esa flor, sin tan
solo al mirarla a los ojos te preguntas daño podrá hacer, si es tan hermosa, si
su sombra te acobija, te protege y te llena de alegría. Realmente te niegas
arrancarla, de hecho, la atesoras con más fuerza, la cuidas, la proteges y a
medida que pasan los días tus manos sangran, no es la savia de la flor la que
corre por tus manos, es tu sangre la que brota de las heridas que han
ocasionado sus más recientes espinas. Y entonces con dolor la miras y te das
cuenta que no se trata de cuidar el jardín de aquella flor o de proteger a la
flor del jardín, sino que eras tú quien debía cuidarse de ella, porque ahora
sus espinas crecen como hierva que ahoga, que lastima, que te deja sin aire…
hasta que arrancas la flor y te sientes perdido, ya no te importa si no hay
aire, el dolor es insoportable, los recuerdos son como miles de relámpagos que
te recuerdan lo que acabas de hacer, el viento y la lluvia que antes eran
testigos de su crecimiento ahora te ven
caer de rodillas y tu único consuelo es el jardín que debes defender y cuidar
pero que ahora no sabes cómo hacerlo.
En la vida real es deshacer cada
recuerdo, cada palabra, cada abrazo, cada sonrisa, cada posibilidad y encadenarla.
Y aunque, las cadenas amenacen con soltarse, debes sujetarla fuerte porque
desde que todo termino, ya no hay nada que puedas hacer, cuando el amor no es,
no es, por más que tu corazón amenace con dejar de palpitar.
Tal vez lo más duro no sea
terminar, lo más duro es ver a esa persona y actuar como si no pasara nada,
como si jamás hubiese existido un nosotros, un te quiero y aunque los - Te
extraño, se queden atorados en la garganta, y allí se deben se deben quedar
hasta el tiempo los deshaga.
Por más que tu mente maquine
escenarios de lo que pudiste hacer y no hiciste, de cómo o no debías actuar, debes
destruirlos todos, destruir todo, borrar casette y aunque el hueco quede en tu
jardín debes concentrarte. Y si! - el hueco en el jardín es un recordatorio,
ese mismo que sentimos cuando vemos a esa persona y solo pensamos- En algún
momento dejara de doler, en algún momento los te extraño no serán nada y
mientras eso sucede, debemos soportar.
A veces no solo se trata de aquel
amor que no pudo ser, a veces es ese mismo el que nos lastima y aunque lo
amemos, debemos mantenernos distantes, aunque duela, aunque se extrañe, aunque
los recuerdos nos torturen, porque si, a veces nuestros sentimientos lastiman,
a veces las personas que dicen querernos también nos hieren y su forma de amar
también nos mata.
Como dije anteriormente somos
trozos de mundos que han colisionado y en este caso la colisión nos transformó
y aunque parezcamos planetas errantes en busca de un sol, en realidad aún
seguimos orbitando el sol, aquel que nos da calor en medio de la tormenta
permitiéndonos tener y albergar vida.
Lo irónico de un amor imposible
es que a veces somos el planeta y esa persona la luna y otras veces somos el
planeta y esa persona el asteroide que nos destroza.
El hoy es un instante en el
tiempo que empieza en la penumbra de la mañana y termina en el ocaso del
atardecer. Los nuevos comienzos determinan la persona que queremos ser, y como
el fénix, el amor se levanta de las cenizas, capaz de fertilizar hasta el suelo
más estéril, descongelar el corazón más frio y alumbrar la noche más oscura.
Tal vez no se trata de un amor
imposible, de un amor que no puede ser, de un sueño no cumplido, talvez se
trata de lo que no puedes expresar y dejar fluir el amor que palpita en tu
corazón, aquel que late, que quiere desbordarse y ese hecho tan simple de no
poder compartirlo, es lo que lo vuelve doloroso, pero que a su vez te hace
valiente.
Valiente porque no eres egoísta,
valiente porque no odias, no culpas, valiente porque, aunque te duela no
lastimas, valiente porque sigues mirando con amor y actuando con amor y si tu
amor te mira de la misma manera, sabrás que, aunque no pueda ser, ese amor será
como la luna alumbrándote en tus noches más oscuras, pero si por algún motivo
su mirada y sus acciones empiezan a lastimarte porque su ego o su orgullo le pueden
más que el amor que dice sentir, entonces ese amor será como el asteroide que
te destruye.
Pero no te preocupes, aunque
quedes hecho pedazos, por ley natural estos se volverán unir, serás más fuerte,
más humilde y el amor se desbordara por los océanos de tu corazón, llenando de
vitalidad todo tu ser, y el frió que una vez pensó en ocupar su lugar, dará un
paso atrás. Porque ahora el amor hacia tus sueños, hacia lo que amas, hacia lo
que realmente mereces es quien reina en tu vida.
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